Cuesta
mucho creer que un 17,4% de los encuestados afirme con franqueza y sin voluntad
de engaño que piensa votar el 24-M a Podem o Ciudadanos, neonatos en la
política balear, que no cuentan apenas con estructura organizativa (uno ni
tiene sede), con una ideología dudosa (y nunca claramente declarada por sus
líderes), sin apenas implantación territorial (inexistentes incluso en muchos
de los pueblos importantes de las islas) y sin alcaldes ni concejales que
mirando a la gente a la cara, les pidan su voto. No digo que todo el mundo
mienta ni que Podem o Ciudadanos se vayan a quedar fuera del Parlament, pero sí
creo que son muchos los que ante un encuestador del CIS o una llamada de
teléfono, manifiestan que votarán por estas "formaciones emergentes"
pero a la hora de la verdad no lo harán, sencillamente porque no conocen ni han
oído nunca hablar a Alberto Jarabo o a Xavier Pericay.
Los
defectos técnicos del CIS, además de aberrantes y reiterativos, distorsionan el
resultado mucho más que la hipotética e indemostrable impostura de los
ciudadanos encuestados. Su persistencia en no distinguir las circunscripciones
electorales, generando la ficción absurda de la circunscripción única,
demuestra que carece del más elemental rigor científico exigible. Todo ello sin
contar su largo historial de predicciones no cumplidas y su afamada
"cocina", que no es otra cosa que la manipulación descarada de los
datos a beneficio del partido que gobierna, cosa que a menudo se reprochan PP y
PSOE, confirmando las sospechas de que ambos lo hacen. El conjunto de todo lo
anterior hará que el 25 de mayo nos riamos del CIS, como ahora nos reímos de
las encuestas que daban perdedor a David Cameron en Gran Bretaña.
(Publicado en Última Hora)
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