30 mayo 2015

AJUSTE DE CUENTAS


A decir de las aceradas críticas que algunos grandes prohombres de nuestra tierra vierten contra el aún alcalde de Palma, Mateo Isern, se diría que estamos ante el directo culpable de la debacle electoral, un ser abyecto que se ha envilecido por el ejercicio del poder municipal en los últimos 4 años. Es extraño porque los ciudadanos no perciben a Isern como el canciller Palpatine, el Lord Sith abrazado secretamente al lado oscuro de la fuerza. ¿A qué viene este odio visceral hacia un alcalde que está de retirada porque no quiso pelear por repetir como candidato? La clave quizá esté en que los críticos sospechan que Isern no está replegándose. Su nombre suena como uno de los que podrían hacerse con la dirección regional del Partido (aunque él nunca se ha manifestado en este sentido ni en el contrario). Isern no es el único que suena para suceder a José Ramón Bauzá cuando el PP nacional autorice el polémico Congreso Extraordinario, que el de Marratxí anunció para  y que Madrid no quiere en ningún caso antes de las elecciones generales. Gabriel Company y José Vicente Marí también están en las quinielas, con el de Sant Joan como claro favorito, pero la presencia de Isern exaspera a algunos. Las hostilidades se han generalizado en el PP balear y la guerra interna se abre paso en una formación que pese a ganar las elecciones, ha  perdido 74.000 votos al Parlament.

Todo esto sucede cuando se abre juicio oral por la supuesta financiación ilegal de los gastos electorales durante la fastuosa campaña de 2007, cuando Jaume Matas era el candidato y su cuñado Jaime Areal el tesorero del PP de Balears, un detalle que dice mucho de cómo funcionaba todo. El PP es una marca política deteriorada por la corrupción. Sumen los recortes, el aumento de las desigualdades, el conflicto lingüístico en las aulas y las cifras del paro, que pese a que han mejorado continúan instaladas en un 22,3%, y tendrán la explicación a la hecatombe del 24-M. Pero la tormenta no ha escampado y la ley de Murphy puede cebarse con los populares si estos persisten en propinarse puñaladas a plena luz del día y a cara descubierta. ‘A ca magre tot són puces’ y cabe la posibilidad cierta de que los ciudadanos decidan prolongar el castigo en las elecciones generales de noviembre. Es una lástima que algunos no lo vean y prefieran ajustar cuentas con los enemigos que, como se sabe, siempre están en el propio partido.
 
(Publicado en Última Hora)

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