23 febrero 2013

PRESUNCIÓN DE CULPABILIDAD


Hoy es 23-F y declara Iñaki Urdangarin ante el juez Castro. Ya hace casi un año desde su última visita a los juzgados de Palma y la imagen pública del marido de la infanta se ha desplomado junto a la de su suegro el Rey. Aún no ha sido juzgado y no lo será en 2013. Por tanto, es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero ya ha sido condenado por todo el mundo, también por los políticos de Baleares. Incluso la diputada de MÉS, Fina Santiago, reconvertida en Tomás de Torquemada, inquisidora general de Mallorca, “martillo de herejes, luz de España, salvadora de su país y honor de su orden” (que diría Sebastián de Olmedo), afirma en el Parlament que “El Sr. Urdangarín es un presunto culpable”. Por ello debe retirársele la medalla de oro de la Comunitat por la vía del decretazo y prohibírsele la entrada en Marivent.

Desde hace un año leemos a diario en la prensa detalles del caso Urdangarín. Incluso se ha escrito un libro calificándole de “conseguidor”. Sin embargo, aún no ha habido ni juicio ni sentencia. Al estilo de Jean-Paul Marat, alias “ira del pueblo”, hemos establecido tribunales populares que ante las cámaras de TV llevan a cabo juicios sumarios y ejecuciones en masa, que si no quitan la vida física, sí acaban con la vida civil. Los acusados son sometidos al escarnio y triturada la presunción de inocencia, sin posibilidad de defensa.

Hasta nuestros representantes políticos ya han juzgado y condenado. Sancionan con la retirada del nombre de una calle y amenazan con retirar la medalla de oro de la Comunitat. Sin más trámite que la lectura de un titular de prensa. No hay nada que oír ni que leer, a parte de un correo electrónico que alguien ha filtrado.

Hace poco hemos sabido que un señor llamado José Antonio Valdivielso, que fue condenado a 13 años de cárcel y cumplió 9, ha sido declarado inocente por el Tribunal Supremo gracias a que su padre buscó al auténtico autor de los delitos que se achacaban a su hijo. A menudo los jueces y los fiscales cometen errores. Nadie es infalible. Los testigos se confunden y señalan a quien nada tenía que ver. Todo el mundo reniega si recibe una carta para formar parte de un jurado popular y sin embargo todos nos apuntamos a la cacería de brujas sin conocer nada del caso, excepto lo que publica la prensa que a menudo es sólo una pequeñísima parte, acaso la más sórdida y morbosa, de la realidad.

Publicado en Última Hora. 23.2.2013.

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