16 febrero 2013

LOS LUGARES DE LA VERGÜENZA


Imaginemos cómo sería Mallorca si proyectos urbanísticos que se quedaron en meras intenciones, hubiesen visto la luz. Muchos de esos lugares son actualmente zonas severamente degradadas y sin ninguna utilidad pública ni privada. Sucios, abandonados, refugio de indigentes, algunos ruinosos y otros con perspectivas de futuro muy inciertas. La mayoría de ellos se quedaron estancados por una deficiente gestión, siendo benévolos. Algunos de ellos sufrieron el impulso de una administración y el boicot de otra. Otros son sencillamente fruto de la inacción y la negligencia. Pero Palma sería una ciudad mucho mejor si se hubiese logrado reconvertir estos espacios en lugares útiles.
 
El Lluís Sitjar permanece en el limbo entre la demolición del viejo campo de fútbol y la construcción de un nuevo estadio, eterno sueño de todo mallorquinista. Son Busquets pelea por no morir de asco mientras se espera la urbanización de sus 100.000 m2. La fachada marítima y el edificio Gesa están a la espera de lo que decidan los tribunales, sin descartar que Núñez logre la demolición del viejo edificio del arquitecto Ferragut y construya sus edificios de lujo en ese solar y sobre el parque recién inaugurado. Can Domenge, refugio de toxicómanos,  continúa su lenta pero imparable degradación sin que el Consell de Mallorca -ni José Luis Núñez, que decía estar dispuesto a pagar 60 millones de euros por el solar- hayan acudido a la subasta judicial ni hecho ninguna oferta a Sa Nostra, dispuesta a vender la finca por muchísimo menos de los 30 millones que cobró el Consell. El canódromo se pudre sin la más mínima voluntad de ampliar la falca verde de Joan Fageda. La vieja cárcel convalece sin utilidad ninguna y completamente vacía, sin que Instituciones Penitenciarias ceda la instalación al consistorio, por más que se le regaló un solar en Son Morro, donde construyó el Centro de Inserción Social y la cárcel de madres. La posesión de Son Puig en La Vileta, a pesar de ser un bien protegido y catalogado, amenaza ruina por la negativa de Rodrigo de Santos y de Aina Calvo de permitir la instalación de la Ràdio i Televisió de Mallorca, con el perjuicio económico consiguiente recién declarado por los tribunales.
 
Los casos citados no son más que el resultado de la política de trampas y minas que hemos sufrido en Baleares. Nuestros políticos se han dedicado a poner palos en las ruedas de los proyectos de otras formaciones antes que a trabajar todos juntos por el bien común. Y así tenemos todos estos espacios emblemáticos convertidos en auténticos monumentos a la incompetencia de nuestros gobernantes.
 
Publicado en Última Hora. 16.2.2013
 
 

 

 

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