11 diciembre 2008

Caso facturas (I)

Ayer miércoles, como ya dije, quedó visto para sentencia el denominado ‘caso facturas’, donde se sentaron en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Baleares, sección 1ª, los coroneles Javier García Peña, Luis Cuadri Duque, el capitán José López García Trujillo y el constructor Jaime Ferragut.


Ayer el acto de vista oral se limitó a los informes finales de las representaciones letradas de las partes (Ministerio Público, Acusación popular ejercida por AUGC y los acusados ya citados). Pero como ya comenté, el juicio ha dado para mucho y hemos podido saber de boca de los propios acusados y en ocasiones de sus defensores, muchos privilegios que ostentan y cómo se manejan ética y moralmente algunos de ellos, por no decir todos los que ocupaban el banquillo de los acusados.

Por ejemplo, a mí me llamó poderosamente la atención que el coronel Cuadri reconociera abiertamente que se llevaba fatal con el ahora general de brigada Jaime Santandreu, jefe de la Zona de la Comunidad Valencia, quien siendo coronel, era el primer jefe de la comandancia de Baleares. Y ahora también se llevaba, hablando coloquialmente, peor que fatal, con el también primer jefe, el coronel García Peña. Una pregunta ingenua que me viene a la cabeza: ¿con cual de sus superiores se ha llevado bien este señor? Cuadri con nadie cuadra y perdonen la disonancia y también el pareado. Lo extraño es que nunca se planteara afiliarse a AUGC, porque debía temer continuamente que su enemistad con sus jefes le acarrease problemas profesionales, como nos suele suceder a todos, que en cuanto no le doras la píldora a tu jefe, pues eso presupone estar discriminado de por vida o, al menos, en el punto de mira. Sé de lo que hablo y muchos me comprenderéis…

Gracias al juicio, hemos podido comprobar con certeza lo que ya sabíamos, que cada vez que hay un cambio de jefe de Comandancia, se adjudican 4.000 euros para obras de mejora y mantenimiento en el pabellón oficial. Los servicios jurídicos de AUGC deberán plantearse seriamente preparar las instancias correspondientes para que cada guardia civil a quien se le adjudique un pabellón, solicite inmediatamente una aportación extraordinaria de crédito presupuestario, si no de igual cuantía, algo menor, por eso del rango y del empleo, además de la seguridad, para adecentar el pabellón que reciba. Sin embargo, García Peña, logró no se sabe cómo (él dijo que hablando con el Servicio de Acuartelamiento de la Dirección General, lo cual desde aquí invito a hacer a todo aquel que se halle en similar situación de recibir un pabellón en mal estado, que llame por teléfono a la dirección general y pregunte por el jefe de acuartelamientos) y quizás valga la pena instar que se investigue esta circunstancia,;e incluso antes de tomar posesión oficial del cargo, donde estuvo presente, por cierto, Joan Mesquida, el triple de la cantidad habitual, esto es 12.000 euros para hacer obras, reformas que en absoluto tenía intención de hacer y que pretendía destinar casi en su totalidad a adquisición de mobiliario y otros enseres, pues como dijo alguien que no recuerdo en el juicio, García Peña vino a Palma con un pan debajo del brazo, sin muebles y sin intención de comprarlos de su peculio, sino del crédito concedido por la Guardia Civil, con un planeado engaño, haciendo creer que se trataba de obras de reformas y rehabilitación.

El coronel Cuadri manifestó que el coronel García Peña había solicitado los planos del pabellón semanas antes de viajar a Palma, para saber cómo era y que, por supuesto, se los enviaron, dado que era práctica habitual. Sugiero a todos los lectores que a partir de ahora, cuando vayan destinados a algún lugar escriban por correo a su nueva Unidad solicitando los planos del pabellón, a ver si se los envían o si se muere esperándolos… pero si es algo que se suele hacer con los jefes de comandancia, no veo cual es la pega para que se haga con el resto de funcionarios públicos…

Por otra parte, también hemos sabido que el Coronel García Peña, siendo capitán y estando destinado en Madrid, conoció a Cuadri, quien también era capitán. Este último viajó a la capital junto a su esposa, para declarar por un asunto oficial de tráfico de drogas ante la Audiencia Nacional y el entonces capitán García Peña estuvo encargado de llevarle, traerle, asistirle en todo aquello que pudiera necesitar, acompañar a la esposa de Cuadri mientras este estuviera declarando en la Audiencia Nacional, etc. Privilegio este que no estando reconocido en ninguna norma de la que tengamos conocimiento, recomiendo a todos aquellos guardias civiles que vayan a Madrid en comisión de servicio, solicitar por escrito. También a mí, cuando he estado en Madrid por cuestiones oficiales, me hubiese venido de perlas que me hubiesen venido a buscar en coche oficial y que un compañero me hubiera llevado y traído por todo, sin tener yo que preocuparme por nada. Ni metro, ni autobús, ni nada. Y junto a mí, mi pareja, que acompañado se viaja mejor. Al menos Cuadri y yo opinamos así. Habrá quien opine lo contrario, pero no quiero desviarme del tema que nos ocupa, por más que podría, pero no quiero ni vale la pena desviar la atención de lo que estamos tratando ahora mismo…

Como ya relaté y se han hecho eco de ello los medios de comunicación, Cuadri declaró ante la sección 1ª de la Audiencia Provincial que cada comandancia era un “reino de Taifas y allí el jefe hace lo que le da la gana”. Observación que no admite discusión porque es real y lo sabemos los 78.000 agentes de la Guardia Civil, y cuya sinceridad no esperaba nadie, y que además, no debe extrañar si proviene de alguien que ha dicho antes, en fase de instrucción ante la Policía Judicial lo siguiente: “(…) es notorio que el equipo de entretenimiento (guardias civiles que realizan pequeñas obras de carpintería, fontanería, albañilería y electricidad) lo emplea el jefe de la unidad que lo tiene a su disposición cuando necesita hacer una pequeña obra o reparación en el mismo, por tanto no creo que el anterior adjudicatario que era el entonces coronel Santandreu, lo dejara en tan malas condiciones como al parecer dice el coronel Peña”. Cuadri declaró que el pabellón del jefe lo retocan cada vez que se incorpora un nuevo primer jefe y que, por tanto, no debía estar en mal estado, siendo falso lo que decía García Peña de que en ese pabellón no se habían hecho obras desde hacía 20 años, cuando era jefe de la comandancia el teniente coronel nieva, quien fuera años más tarde subdirector general de operaciones siendo director general Ferrán Cardenal.

Cuadri acusó a García Peña de que decidió no traer muebles a Palma y que vino con una mano delante y otra detrás, porque tenía la intención de comprarlos una vez estuviera ya en la comandancia, aunque el comandante interventor Asís Olmedo le indicó al menos en tres ocasiones que eso no podía hacerse y que además, era imposible.

El comandante interventor manifestó que lo habitual es que para este tipo de obras de elaboren 3 presupuestos, pero que en este caso tan sólo se aportó uno al expediente. Y declaró en el juicio que le dijo a García Peña que esos 12.000 euros asignados como ampliación de crédito del concepto presupuestario 212 (obras y reparaciones) eran un caramelo envenenado si se dedicaban a cualquier otra cosa. García Peña no le hizo ni caso, que para eso era coronel y el interventor, sólo comandante. Y ahora tendrá que asumir sus responsabilidades. Ya sean penales, ya sean disciplinarias. Tengo curiosidad por saber si a él le propondrán la separación del servicio como a mí, con todo lo que sabemos que ha hecho, o lo dejarán en algo menos grave, que para eso lleva tres estrellas de ocho puntas de coronel y, como dijo su defensor, “el coronel García Peña lleva 40 años de servicios al pie del cañón, no sesteando en las salas de oficiales ni en divanes de psicólogos buscando una baja”. Muchos de los presentes, al oír la solidez del argumento del defensor de García Peña en la sala de vistas, estuvimos a punto de poner a su nombre nuestras cuentas corrientes, las posibles herencias, los bienes muebles e inmuebles, pero luego, en los corrillos, pensamos que mejor era dejar las cosas como cada cual las tuviera, no fuera a ser que algún día le diera por echarse una siesta en la sala de oficiales. Si me gustaría añadir que yo jamás me he enfrentado a una acusación delictiva, como la que ahora recae sobre García Peña, Cuadri y López García Trujillo, pero aún así dudo mucho que en fase disciplinaria les pidan la expulsión del Cuerpo, como el en Pliego de Cargos se pide para mí con una clamorosa ausencia de actividad probatoria que permita mantener la acusación que formula y con una intencionalidad clara e indiscutible: intimidar y amenazar. Pero ya debieran saber que ese tipo de tácticas que me atrevo a calificar de mafiosas, conmigo no valen. Todo lo contrario. Me reafirman en lo correctamente ético y moral de las acusaciones que mantengo. Yo por las buenas, voy donde haga falta. A empujones no voy a ningún lado. Digo esto para los correveidiles y para ciertos dirigentes de AUGC.

La Defensa de Cuadri, el ilustre letrado don Rafael Perera, habló en su informe final de que todo el mundo conoce la austeridad con que viven los mandos de la Guardia Civil. Aquí por poco me echan de la sala a mí y a todos aquellos, periodistas incluidos, que no podíamos parar de reír...ni yo ni todos los que estábamos en la sala. La Presidenta del Tribunal echó mano de la campanilla y pararon los murmullos. No tuvo que hacerla sonar… Lo cierto es que nadie podrá rebatir el argumento del ilustrísimo letrado don Rafael Perera, porque es verdad que raramente oímos quejarse de su sueldo a los altos mandos de la Guardia Civil, acostumbrados como están y aceptadas como tienen la austeridad y a las asperezas e incomodidades que el ejercicio del mando trae consigo. Sólo somos los quejosos y permanentemente insatisfechos miembros de las escalas inferiores quienes, habituados a la vida lujosa y opulenta que nuestras excesivas y insólitas nóminas nos permiten y casi obligan a llevar, desde que salimos de la academia hasta que nos jubilamos, nosotros somos quienes constantemente, llevados por un infinito afán de codicia y por una ambición desmedida y sin control, continuamente solicitamos al Gobierno que nos aumente aún más nuestras ya cuantiosísimas y suculentas nóminas para no tener que disminuir nuestro exagerado tren de vida.

Y por hoy, es suficiente. Mañana os contaré más sobre el juicio...

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