11 abril 2015

UN GRAN FRAUDE


Tras escuchar las declaraciones del expresidente andaluz José Antonio Griñán a su salida de declarar como imputado en el caso de los ERE falsos ante el juez del Tribunal Supremo, Alberto Jorge Barreiro, es inevitable buscar analogías. ¿Quién sabe lo que pueda suceder ahora con los expresidentes de la Junta de Andalucía Chaves y  Griñán? En el Tribunal Supremo todo es posible. Fíjense lo que pasó con el exministro socialista José Blanco en el caso Campeón, que resultó exonerado del delito de tráfico de influencias, el mismo delito por el que Jaume Matas cumple 9 meses de condena (a pelo y sin progresión de grado, como si fuera un peligroso terrorista yihadista dispuesto a degollar a sus víctimas delante de una cámara y difundirlo por YouTube). Lo que sucede en el Alto Tribunal cuando sus "clientes" son importantes políticos de PP y PSOE (ya no digo nada si se trata de aforados como es el caso de Cháves y Griñán) el tema es digno de Expediente X. Al fin y al cabo los magistrados que ocupan plaza allí son designados por el CGPJ, cuyos vocales son escogidos por los partidos políticos (esencialmente PP y PSOE) para defender sus intereses, para qué nos vamos a engañar. Pero la confesión hecha por el senador Griñán reconociendo que "no hubo un gran plan pero sí hubo un gran fraude", si se aplicasen los criterios que hasta ahora se han tomado en consideración por ejemplo en la Audiencia de Palma, los aún parlamentarios socialistas con máximo aforamiento deberían ir preparándose para lo peor.

De nada le sirvió a Jaume Matas decir que no sabía nada. Menos aún le sirvió a Maria Antonia Munar. Y muchísimo menos le sirvió a Cardona. Todos fueron encarcelados porque los jueces interpretaron que no era creíble que no supieran nada, aunque no había pruebas fehacientes de que estaban al corriente de las trapacerías de sus subordinados excepto confesiones de coimputados a cambio de beneficios. Los jueces dijeron que si no lo sabían, haberlo sabido. ¿Por qué la excusa ahora habría de valer a los expresidentes andaluces?

Lo mismo podemos decir sobre la infanta Cristina, que se ampara en su total ignorancia y descarga toda responsabilidad sobre su marido (y a juicio de muchos también testaferro). No sabía nada de lo que hacía su marido Iñaki Urdangarin, ni de lo que sucedía en Aizoon. No intervino en nada y firmaba sin leer. Demos la razón a Griñán: se trata de un gran fraude.

(Publicado en Última Hora)

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