La Guardia Civil y la Policía Nacional desarticularon a finales de julio una banda de delincuentes denominada “los ángeles del infierno” en una brillante operación. Según parece, contaban con ayuda de algunos policías locales, uno de los cuales ingresó en prisión provisional. Otro, acuciado por múltiples expedientes disciplinarios, reveló que tenía documentos que probarían el supuesto amaño de los exámenes de promoción interna a oficial. A raíz de esto el juez José Castro se rehabilita de sus escarceos con la abogada de Manos Limpias y envía al fiscal anticorrupción Juan Carrau a registrar el cuartel de la Avenida San Fernando, ante las supuestas evidencias de que los exámenes habrían sido filtrados a algunos aspirantes. El director general de Seguridad Ciudadana, Enrique Calvo, es el principal sospechoso y se ha visto obligado a dimitir. El concejal Guillermo Navarro no gana para dolores de cabeza. Ya sufrió las críticas de algunos mandos por el concurso-oposición para la plaza de intendente jefe de la Policía Local, quienes acusaron al Ayuntamiento de montar un traje medida para que el actual intendente Antonio Vera tenga la plaza en propiedad.
Siguiendo
el modus operandi habitual, un tipo
(en este caso un policía local) ofrece a la Fiscalía su colaboración en un caso
de mayor trascendencia mediática y política a cambio de ver atenuados sus
problemas con la Justicia. La Fiscalía acepta participar en el “conchabeo” y espera
que el juez Castro, ¡qué casualidad!, esté de guardia para solicitar el
registro y pedir el secreto del sumario, como tantas otras veces. Un bofetón a
José María Rodríguez en el trasero de Enrique Calvo por las fotos publicadas
esta semana en ABC y por su almuerzo con Matas. No cabe duda que Castro se ha
convertido en un juez incómodo, un instructor activo que trata de apoyarse en
la acusación popular para continuar su acoso a la Infanta Cristina, aún sin la
Fiscalía.
Cada
vez que María Salom habla de corrupción suelta una leve sonrisa socarrona que
se asemeja mucho al tic de Mariano Rajoy cuando miente, parpadeando un solo
ojo. El jueves en el Teatro Principal, durante el acto central de la Diada de
Mallorca, se llenó la boca de corrupción
y no podía aguantarse la risa. Habiendo tenido un papel tan principal en el
caso del Túnel de Sóller y habiendo
salido indemne, ya se comprende. Como cantaba Tomeu Penya, es guanyar fa riure!
(Publicado en Última Hora)
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