Vivimos días de excesos verbales. El PP calificó de nazismo
las protestas de la Plataforma anti desahucios para criminalizar a todo un
movimiento social. El fiscal anticorrupción Juan Carrau califica de
organización criminal a toda Unió Mallorquina y la compara con la mafia, como
forma de criminalización general que justifica toda actuación. Esta forma de
banalizar el mal, de trivializar los crímenes de la mafia, la violencia, las
extorsiones y los asesinatos, para justificar la utilización de métodos extraordinarios
que resultan contrarios al Estado de Derecho, son muy preocupantes. Mucho más
si provienen de un representante de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y
la Criminalidad Organizada, quien debiera ver a simple vista que nada de lo sucedido
en Baleares soporta ninguna comparación con la Cosa Nostra ni con la Camorra,
con miles de muertos a sus espaldas. ¿Qué diríamos si alguien hiciera
comparaciones de este tipo con los asesinatos de ETA?
Tras su alusión a los delitos militares de “traición” y “deslealtad”,
competencia de los juzgados castrenses, ya sólo cabe esperar que la Fiscalía
solicite la aplicación de la legislación antiterrorista. ¿Cabe mayor barbaridad?
Pero lo más llamativo de todo es que la Fiscalía Anticorrupción hable de
“prostitución de las instituciones”. Es imposible olvidar quién ha
protagonizado una férrea defensa de la Infanta Cristina en el caso Nóos, mutando
su función en la de abogados defensores de la hija del Rey. En Can Domenge se
apela a la lógica y a lo que cuesta creer, no a las pruebas, para sustentar la
acusación. Sin embargo, en el caso Nóos los fiscales defensores (perdón por la
antítesis) establecen, contra el criterio del juez Castro, que no hay ni
siquiera indicios para llamar a declarar a la Infanta, cuando es notorio que
fue beneficiaria a título lucrativo, como mínimo.
La dignidad con la que se reviste el señor fiscal es impostada.
Nada la sustenta. Aun menos pretender el enaltecimiento de los “pentiti” cuando
no lo son. Ordinas, Vicens, Sanahuja y otros, son delincuentes confesos que han
echado cuentas y ven que reciben un trato de favor obsceno por apuntar hacia otros.
No hay ningún heroísmo. Además, son legión los imputados en Mallorca, con el
estigma consiguiente, por no plegarse a las presiones de la Fiscalía. En este
contexto, hablar de “prostitución de las instituciones” es una frivolidad.
(Publicado en Última Hora)
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