Confirmada la extrema politización de la Justicia y del Tribunal Constitucional, donde su presidente hasta tiene carné del PP y paga la cuota, se entenderá mejor por qué el ex ministro socialista José Blanco ni siquiera se va a sentar en el banquillo. La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que decide el suplicatorio gracias a su condición de aforado, ha dicho que no hay delito. Pepiño se lamenta del sufrimiento padecido y se considera víctima de un infundio político. Quien fuera el mayor maquinador de infundios políticos de la democracia se queja, pero los jueces del Supremo le libran de ser juzgado gracias a su aforamiento. Recibe un trato de favor que ni usted ni yo recibiríamos si un juez instructor y el fiscal del caso vieran indicios de delito. José Blanco no. Aún saca pecho, en lugar de exiliarse avergonzado.
Como María Salom, que se erige como adalid de la lucha contra la corrupción. Ante la absoluta falta de proyecto político para el Consell, su calamitosa gestión va camino de hacer buena la de Francina Armengol, lo que ya es decir. Anuncia códigos éticos y envíos de contratos de sus antecesores a la Fiscalía, ocultando que fue su propia formación quien gobernó con Unió Mallorquina y que nada hacía UM sin el voto y la anuencia del PP. Los del Pacte aplauden, pero omiten que fue el PSM quien devolvió el aval a la constructora sin mayores comprobaciones, lo que probaría su negligencia, siendo benévolos.
Es posible que tantos años codeándose en Madrid con
Bárcenas, Rajoy, Cospedal, Arenas, Trillo, Ana Mato, etc. hayan convertido a María
Salom en la embustera compulsiva que ahora es. Quizás ya lo era antes y por eso
la enviaron al Congreso. Nunca fue de las más listas, porque sólo un estúpido
ingresaría en el banco el dinero del soborno por el Túnel de Sóller en una
cuenta abierta por ella misma. Con semejante currículum, sacar pecho y presumir
de luchar contra la corrupción es algo que sólo hace alguien sin el más mínimo
escrúpulo. O lo hace para desviar la atención, porque el varapalo del hotel de
Son Durí en Sa Ràpita es de los que te dejan baldado. Así no se habla de los
bomberos, ni de la Orquesta Simfònica, ni de la importación de residuos. Una
nueva remesa de documentación a la Fiscalía y así estarán entretenidos. No
vayan a mirar en Son Espases, en las obras del Metro o continúen las pesquisas
de Over Marketing, inexplicablemente paralizadas.
(Publicado en Última Hora)
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