27 agosto 2016

LA ANGUILA RODRÍGUEZ

Como de costumbre, los titulares no son para lo que sucedió en el interrogatorio del juez Penalva y el fiscal Subirán a José María Rodríguez, sino para las medidas cautelares solicitadas por el fiscal e impuestas por el juez, carentes de toda espontaneidad porque seguramente lo tenían más que pensado mucho antes e independientemente de las respuestas del investigado. También Álvaro Gijón tendrá que comparecer ante el juez, lo que le sitúa en una posición comprometedora para el Partido Popular. Si alguien tiene acreditados unos extraordinarios poderes escapistas, ese es Rodríguez. Mil veces investigado y mil veces ha salido indemne. O bien es completamente inocente y jamás ha hecho nada ilegal -lo que se presupone- o es más listo que la Fiscalía Anticorrupción, la Policía, la Guardia Civil y la legión de enemigos políticos forjados a sangre y fuego durante años. Pero la noticia es que tiene prohibido acercarse a 300 metros de las dependencias municipales, como si necesitara hacerlo. Durante años no se ha movido allí un papel sin que él lo supiera.
Rodríguez es de ese tipo de políticos capaz de sobrevivir a la explosión de una bomba nuclear a su lado. Desde el escándalo de los bordillos de las aceras que mandó quitar, hasta las farolas del Passeig Antoni Maura, carísimas pero que ahora son el orgullo de todo palmesano. Rodríguez sobrevivió al chivatazo al alcalde de Andratx y al escándalo de Javier Rodrigo de Santos, pasando por la compra de un maletín espía cuando fue conseller de Interior del Govern Matas porque Catalina Cirer no lo quiso a su lado.
Es difícil prever en qué terminará este episodio, pero está claro que Rodríguez es más escurridizo que una anguila y que incluso Mateo Isern, el alcalde de Palma y del PP más querido por los ciudadanos, tuvo que abandonar la vara de primer edil porque no contaba con el apoyo de don José María. Y todo por haber insinuado que el fiasco de la recogida neumática era un fiasco y un fraude del que alguien resultó beneficiado.
Rodríguez niega toda implicación en la trama de corrupción policial y corresponde a los acusadores demostrar que estaba en el ajo. Tras su declaración, por más que se diga y por más medidas cautelares que se impongan, nada se ha probado y por tanto hemos de suponer intacta la capacidad del exsecretario general del PP de escurrirse entre los dedos de los fiscales. La anguila sigue coleando.

(Publicado en Última Hora)

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