El mes de agosto es parco en noticias, ya se sabe, motivo
por el cual ciertas informaciones que de ordinario no serían publicadas en los
medios, en este mes incluso salen en las portadas. El Ajuntament de Palma ha
anunciado que sacará a concurso varias plantas del edificio Gesa para
rehabilitarlas y alquilarlas a jóvenes emprendedores relacionados con la
economía colaborativa. Así, con el dinero que se consiga con esos contratos, se
irá rehabilitando el resto del edificio. Lo ha explicado Toni Noguera, que el
año que viene será alcalde de la ciudad y al que sus ideas bienintencionadas y
un tanto bisoñas, le hacen expresarse más en términos del deseo que de la
realidad. Aún recordamos el plan de usos que la alcaldesa socialista Aina Calvo
presentó a bombo y platillo en enero de 2011, que contemplaba que la obra de
Josep Ferragut albergase una comisaría de la Policía Local, salas polivalentes,
un centro cívico-auditorio, salas expositivas, etc. ¿En qué quedó aquello?
Hasta la recreación virtual del proyecto, que casi hizo que nos lo creyéramos,
fue un ejercicio de cierta crueldad para aquellos que confiamos en que cuando
una alcaldesa o un teniente de alcalde dicen algo, eso que dicen será realidad
en breve. ¡Qué ilusos!
En primer lugar, procede decir que el estado en que el
emblemático y controvertido edificio se halla actualmente es más que
deplorable. Cuesta entender y aún más aceptar que un Bien Catalogado de
propiedad municipal, situado en primera línea de la fachada marítima de la
ciudad, presente tal estado de degradación y ruina, con semejantes daños
perceptibles a simple vista, debiera ser motivo de vergüenza colectiva. Es por
ello que cuando se dice que Cort ha añadido 208 inmuebles al catálogo de
edificios protegidos de Palma, uno no puede dejar de sonreírse, porque si los
edificios ya catalogados y protegidos que pertenecen al Ajuntament de Palma,
perecen víctimas del vandalismo y la indolencia, imagínense lo que sucederá con
los que son de propiedad privada. Mientras el equipo de gobierno municipal exhiba
en la calle Joan Maragall un edificio catalogado, de su propiedad, con
cristales rotos, y grafitis, que más parece un local ‘okupa’ que una obra
distinguida de la arquitectura moderna, la credibilidad de Cort hace aguas por
los cuatro costados. Ni Isern ni Hila han hecho nada para atajar la situación.
Es difícil confiar en que Noguera vaya a conseguirlo.
(Publicado en Última Hora)
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