24 octubre 2013

TODOS SOMOS MÁS POBRES


Al principio de la crisis, allá por 2008, lamentábamos la situación de todos aquellos españoles obligados a trabajar duramente a cambio de un sueldo que rozaba los mil euros. Eran una nueva clase social: los mileuristas. Gente que casi malvivía sin posibilidad de progresar y los jóvenes sin posibilidad de independizarse. Hoy, 5 años más tarde, quien es mileurista tiene mucha suerte. Primero porque significa que tiene trabajo y no pertenece al 21% de parados que quieren trabajar y no encuentran un puesto de trabajo, lo cual es casi como si te hubiese tocado la lotería de Navidad. Y segundo, porque aunque en un ejercicio de cinismo mayúsculo el ministro Montoro niegue que los sueldos han caído, sino que se “ha reducido su crecimiento”, todos aquellos que trabajan, ya sea por cuenta propia o por cuenta ajena, saben que trabajan mucho más y en peores condiciones, por bastante menos dinero de lo que lo hacían en 2008.

Las entidades sociales que atienden a los más desfavorecidos de nuestros conciudadanos  han advertido alarmados que el 18,5% de la población balear está por debajo del umbral de la pobreza. Vamos, que son pobres y malviven con menos de 307 euros al mes. Mucha gente ha perdido sus casas al quedar en el paro y dado que la crisis está durando tanto, muchos ya han agotado las prestaciones por desempleo y están acogidos a la renta mínima de inserción. Los bancos de alimentos y los comedores sociales están desbordados. El VIII Informe del Observatorio de la Realidad Social presentado recientemente por Cáritas Española, junto a su memoria de 2012, advierte de una de cada tres personas que ellos atienden lleva más de tres años demandando ayuda. Esto significa que además de ser legión los socorridos por Cáritas, hasta colocar a la entidad al límite de su capacidad, se está cronificando la situación. Y todos sabemos que cuanto más dura una situación así, más difícil es salir de ella. Quienes sufren la situación con mayor dureza son los niños. La pobreza infantil afecta en Mallorca a unos 45.000 niños, el 36% de los menores de 16 años. La población infantil empobrecida se ha disparado un 56% a consecuencia de la crisis y esto se traduce en absentismo y fracaso escolar, así como en un incremento de consumo de drogas, embarazos no deseados y abortos.

Lamentablemente nuestra sociedad parece anestesiada ante estos datos indiscutibles que describen una realidad social dramática. Tampoco parece preocupar a los políticos, más ocupados en tirarse los trastos a la cabeza y en sus absurdos reproches cada martes en el Pleno del Parlament antes que en analizar la situación de los más necesitados y en buscar formas de ayudarles a salir de su agónica situación.

Paralelamente al empobrecimiento general de la clase trabajadora vemos que el número de millonarios en España (técnicamente aquellos que tienen un patrimonio superior al millón de dólares, 740.000 € al cambio) aumentó un 13% entre mediados de 2012 y la primera mitad de 2013. Ya llegan hasta las 402.000 personas según un informe de Credit Suisse. Esto ha sucedido en plena recesión y mientras el paro alcanzaba máximos históricos.

La clase media está siendo triturada y va camino de desaparecer. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres lo son cada vez más. El nivel de injusticia social es vergonzoso y las señales de alarma ni siquiera nos sacan de nuestro letargo, de la hipnosis a la que estamos sometidos entre fútbol, fórmula 1, concursos de canto y sálvames varios. Ni siquiera nos altera que la televisión pública RTVE emita de lunes a viernes un programa bochornoso como “Entre todos”, donde se pone en evidencia cómo el Gobierno ha hecho descarada dejación de sus obligaciones y los derechos sociales han sido sustituidos por la caridad. El país, como antes le sucedió a Grecia, Portugal e Irlanda, tras el rescate es más pobre y con más parados. Y todos más pobres e insolidarios.

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