Más allá del escándalo generado por las declaraciones de
Bartomeu Vicens sobre Can Domenge, conviene entrar en el fondo de su relato
para ver si las piezas encajan o no. No perdamos de vista que Vicens es
coimputado y además, está preso por dos condenas firmes de malversación de
caudales públicos de 3 años cada una. No podemos darle a sus palabras valor
absoluto ni más del que estrictamente tienen, esencialmente porque él busca
salir de la cárcel cuanto antes obteniendo un trato de favor que de otro modo
no conseguiría. Y sobre todo quiere evitar que su esposa acabe encarcelada por
blanquear dinero de Son Oms a través de Metalumba, motivo por el que la
Fiscalía pide 13 años de cárcel para ella y otros 19 para él. Casi nada.
Vicens ha introducido un elemento inédito sobre Can Domenge:
que el concurso se amañó presuntamente por orden de Munar y Nadal para que
ganase el Grup Fer y no Sacresa, como hasta ahora creía Anticorrupción, a
cambio de una comisión de 3 millones €. Pero el Grup Fer no ganó porque el
proyecto que presentó no era lo suficientemente bueno. O sea, que inicialmente el
concurso no estaba amañado para que ganase Sacresa, como hasta ahora decía la
Fiscalía, sino el Grup Fer, cosa que finalmente no sucedió. ¿Cómo es posible
que se considere amañado un concurso y la empresa a beneficiar acabe en tercera
posición? ¿Qué clase de amaño es este? Vicens afirma que el jurado técnico “fue
totalmente imparcial” y que ganó el mejor proyecto, el de Sacresa – Ferrá Tur
firmado por Jean Nouvel. Entonces ¿dónde está el amaño si ganó el mejor?
Explica entonces Vicens que es después de que Sacresa obtenga la mejor
puntuación cuando se le exige el pago del soborno, ahora 4 millones (la mitad
por delante) pero no parece lógico que pague cuando ya ha ganado.
Vicens sólo ha devuelto 160.000 € que es un exiguo 26,6% de
lo que dice haber cobrado y sólo un 4% de toda la supuesta comisión. Y por
ahora no se ha encontrado más dinero a pesar de los registros. Las piezas no
encajan y debe seguir investigándose. En estas circunstancias, llevar a juicio
el caso Can Domenge sin que se juzgue el presunto soborno se antoja un
disparate colosal. Una chapuza jurídica porque el cohecho sería el móvil del
concurso y es ilógico juzgar una cosa sin la otra. Absurdo. Puede acabar pasando que las prisas por
despachar el asunto sin indagar convenientemente den al traste con todo el
caso.
(Publicado en Última Hora el 25.5.2013)
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