Sabíamos por sus hechos que la Fiscalía Anticorrupción hacía el trabajo sucio del PSIB. Ahora lo sabemos también por sus palabras. El fiscal Pedro Horrach lo confirmó el jueves en un ejercicio de sinceridad que hay que agradecer. Pero sorprende que lo haga con tanto desparpajo desde la sala del juicio del caso Scala, cuando el martes supimos que el fiscal jefe de Baleares Bartomeu Barceló ha dado instrucciones para que se reactive el caso Ibiza Centro, señal inequívoca de que estaba paralizado no sabemos si por orden suya. Ya demostró el fiscal jefe Barceló durante la apertura del año judicial en septiembre del año pasado que encaja muy mal las críticas y subyace aquí una preocupante y peligrosa propensión a silenciarlas. Muy a menudo lo consiguen facilitando información y acceso a los sumarios a algunos periodistas, aunque con ello conculquen la Ley. Pero de vez en cuando se oyen voces críticas por las actuaciones de la Fiscalía, en especial cuando se desvela en ofrecer un generoso trato de favor a una Infanta de España, que diría el canciller García-Margallo.
Es inexplicable que un sabueso como Horrach no vea que las
críticas que se le hacen a la Fiscalía no son por los casos que han investigado,
sino por los que no lo han hecho, aquellos donde aparecen miembros del PSOE. Es
manifiesto el celo investigador en los casos que afectan a PP y UM y la flojera
que dedican a otras formaciones políticas. Los ejemplos son innumerables. El
último, el archivo de la denuncia del Ajuntament de Palma por el contrato de
Jardins de Tramontana en 2008.
Dejaremos de lado esta querencia del fiscal Horrach de
utilizar su turno de conclusiones finales para hacer política de baja estofa. Perdonaremos
sus conferencias abarrotadas de ex
consellers y diputados socialistas aplaudiéndole. Tampoco tendremos en cuenta
las fiestas en casa de Aina Salom junto a otros conspicuos socialistas. Pero no
podemos disimular la rabia con la que hablaba porque no se acumula en un solo
día. Y es comprensible que las críticas por su vergonzosa actuación en defensa
de la Infanta Cristina hayan hecho mella en su ánimo, pero nunca tanta como
para considerar “digna de admiración” la entereza de Antònia Ordinas, la mayor ladrona
confesa de Baleares. Horrach no puede haber trabucado tanto como para confundir
desvergüenza con entereza. Esperemos que no.
(Publicado en Última Hora el 10.3.2013)
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