Meses antes de perder las elecciones, Antich y Manera ya no pagaban muchas de las facturas que ahora se deben por valor de más de 1.000 millones de euros: la UIB, los Consells y ayuntamientos, las escuelas concertadas, los farmacéuticos, las agencias de viaje, la constructora del Palacio de Congresos de Palma, las constructoras del tren Manacor - Artà, las constructoras en general, los agricultores, las mutuas laborales de los funcionarios, ONG’s y asociaciones asistenciales del ámbito sanitario, los expropiados para carreteras, el Consejo regulador de la ensaimada de Mallorca, etc.
Ante la petición de que el ex conseller Manera comparezca en
el Parlament, Antich preguntó a los periodistas: “¿Qué hubiera dicho el PP si
nosotros hubiéramos llamado al Parlament a algunas de las personas del equipo
de Matas que, digamos, tuvieron algún problema?”. Le agradecemos la sinceridad
por el reconocimiento de la similitud entre
los problemas que él nos ha causado y los de Jaime Matas. Esperemos que su
confesión mueva a la fiscalía y a los jueces a que, dado que no quieren
comparecer en el Parlament, lo hagan en los juzgados, como a ellos les ha
gustado ver a tanta gente por asuntos menos graves.
Oír a Antich acusar de catastrofismo al gobierno del PP es como acusar a los bomberos de Nueva York de no haber salvado las torres gemelas. Él puede, desde su atalaya senatorial con inmunidad parlamentaria, decir lo que le de la gana. Pero mientras tanto sigue sin haber dinero para pagar las facturas que ellos dejaron.
Ahora para pagar lo que se debe hay que hacer ajustes y recortes. Esperemos que el Govern de Bauzá no sobrepase los límites que él mismo se ha impuesto en educación, sanidad y servicios sociales, porque no es lo mismo recortar con un hacha que hacerlo con bisturí. Ojalá que se imponga la cirugía fina.
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