09 agosto 2014

PRIVILEGIOS PENITENCIARIOS


Después de soportar en muchos medios de comunicación la sesión de información morbosa, donde se nos tortura cruelmente acerca del día a día de Jaume Matas en la prisión de Segovia –como si a alguien en su sano juicio le importase lo más mínimo–, ahora conviene ir a lo serio del asunto. Ya nos hemos enterado de que el otrora Molt Honorable fue fichado, cacheado, fotografiado y registradas sus pertenencias, que dispone de 100 € para gastar en el economato, que puede hacer una llamada diaria y que puede ser visitado por su familia semanalmente. Y también sabemos que tiene derecho a un bis a bis íntimo cada 30 días. También conocemos que está en la enfermería por sus problemas de salud y que juega al parchís y al ajedrez. Todas esas vulgaridades y otras aún peores han sido pormenorizadas con todo lujo de detalles por los carroñeros habituales. Puro sadismo.

La Audiencia fundamentó el cumplimiento de 9 meses en la ejemplaridad y por tanto, queda sentado lo estéril de la reclusión del expresident desde el punto de vista de la reeducación y reinserción social, lo único para lo que según la Constitución deben estar orientadas las penas privativas de libertad. Ahora analicemos el trato dispensado a Matas. Eso de que un preso pueda elegir la cárcel donde cumple su condena es un cuento. En Madrid hay 6 cárceles que podrían y deberían acoger a Matas, aunque ninguna tan cuca como Segovia. Como si se tratara de la red de Paradores de Turismo, Matas elige a su gusto. Genio y figura hasta la sepultura.

Hay quien reivindica que Instituciones Penitenciarias respete el derecho de Matas a cumplir su condena en la cárcel de Palma. Al fin y al cabo, debe ser de los pocos habitantes del planeta que rehuye venir a Mallorca en agosto. Ni la reina Letizia se atreve. Matas tendría plaza en el módulo de respeto. Las mujeres tienen vetado su acceso a él (aunque hay un módulo mixto en León y por tanto existe precedente) lo que conlleva una discriminación por razón de sexo que a nadie importa, ni siquiera a las asociaciones feministas. Jaume Matas no se verá obligado a compartir espacio y convivir con presos peligrosos, con delitos de sangre, toxicómanos, enfermos psiquiátricos o infectocontagiosos, como hacen forzosamente las presas de Palma, todas juntas y revueltas. Él goza de un trato de 5 estrellas superior. Hasta en la cárcel hay categorías –y machismo– y no todos los presos son iguales.
 
(Publicado en Última Hora)

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