28 junio 2014

JAMÁS DE LOS JAMASES


La urgencia para procurar aforamiento al rey Juan Carlos surge de la remota posibilidad que un juez de instrucción cualquiera decida aceptar una querella contra él y pretenda llamarlo a declarar. Algo a lo que cualquier español está expuesto, pero un riesgo que conviene conjurar si se trata del rey abdicado o de alguno de sus parientes directos. Nos habíamos creído aquello de que la actuación de los jueces formaba parte del Estado de Derecho, del respeto a la independencia judicial, hasta que la Casa Real ha descubierto lo molesto que resulta que un juez decida imputar y llamar a declarar a uno de los tuyos. Es algo muy fastidioso –un martirio, que diría Rafael Spottorno– y el incordio se agrava considerablemente si el juez en cuestión observa indicios de delito y quiere sentar en el banquillo de la Audiencia Provincial a toda una infanta de España y a su marido.

Paralelamente al proceso de aforamiento exprés para don Juan Carlos, el enfrentamiento entre la Fiscalía y el juez José Castro a cuenta de la imputación de la infanta Cristina ha entrado en una fase nunca vista para la que hace ya tiempo se acabaron los epítetos. El fiscal Horrach acusa a Castro de practicar instrucciones a la carta y ordenar diligencias inquisitoriales que ponen en duda su imparcialidad y objetividad. Afirma que no obra conforme a la Ley y que actúa con animadversión y falta de imparcialidad. Jamás de los jamases, en palabras del fiscal superior de Baleares Bartomeu Barceló, habíamos oído acusaciones tan graves entre los miembros del tándem protagonista de la lucha anticorrupción en Mallorca. Y todo por querer llevar a la hija del rey abdicado a juicio.

Lo que más desasosiega es pensar que quién sabe si el fiscal tiene razón. Cuando vemos escenas como la de “La Monumental” de Muro del pasado domingo, con toreros brindando el toro al juez entre la ovación del respetable, hay para echarse a temblar. ¿Habrá habido investigaciones judiciales en las que el puerto de destino estuvo determinado antes de iniciar la investigación, donde las meras conjeturas contaminaron la marcha exploratoria? ¿En cuántas se habrá actuado bajo la mediatización de los medios de comunicación? Castro se enfrenta a una inminente querella por prevaricación que, paradojas de la vida, firmará su antaño amigo y estrecho colaborador, Pedro Horrach. Algo que no hubiéramos pensado jamás de los jamases, para mayor descrédito de la Justicia.

(Publicado en Última Hora)

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