20 febrero 2014

HOOLIGANISMO PARLAMENTARIO


Si una persona responsable y cabal durante una conversación, por encendida y acalorada que acabe siendo la discusión, oye una burrada de los labios de su interlocutor, no responde con una burrada elevada al cubo. O no debería hacerlo. Si el grupo parlamentario MÉS hace una propuesta absurda y peregrina, completamente inútil y fuera de lugar, como la de que el Parlament declare persona non grata al ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, lo procedente es que el Partido Popular exprese su discrepancia, critique a los econacionalistas y tumbe la propuesta con sus 34 diputados. Sin embargo, en un comportamiento irresponsable, absurdo y que refleja a las claras el paupérrimo nivel de nuestro Parlament, el PP contraataca con una propuesta absurda y peregrina elevada a la tercera potencia, multiplicando así la onda expansiva de una propuesta ridícula al proponer la misma declaración para un ex presidente del Govern, Francesc Antich; un ex presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero; y un ex conseller del PSM, Gabriel Vicens. Todo un despropósito.
 
El Grupo Parlamentario Popular que lidera Mabel Cabrer lleva muchos meses deslizándose peligrosamente por la rampa de la irresponsabilidad, “sin precedentes en la historia de esta comunidad” en palabras del editorialista de El Mundo, nada sospechoso de atacar gratuitamente al PP de Baleares. Ignoran las encuestas del CIS, que reiteradamente apuntan a “los políticos en general, los partidos y la política” como uno de los principales problemas que existen en España, inmediatamente por detrás del paro, la corrupción y los problemas económicos. A menudo se muestran conscientes de la desafección de los ciudadanos a la política, pero sin embargo no hacen nada para que la ciudadanía recobre la confianza en las Instituciones y particularmente en el Poder Legislativo. Y es lícito y comprensible que se exija al Partido Popular mayor responsabilidad y sentido común, pues no en vano gobierna por mayoría absoluta en las principales instituciones del Estado y de Baleares. Los econacionalistas de MÉS, aunque reproblable, es comprensible que recurran a piruetas dialécticas y a juegos malabares para distraer la atención. Pero ¿es este comportamiento aceptable por parte del grupo mayoritario y que gobierna en solitario con un amplio apoyo parlamentario? A mi juicio no.
 
El PP ha emprendido decididamente el camino del hooliganismo parlamentario. Como estrategia perfectamente planificada y contando con la presidenta del Parlament, Margalida Durán, como cooperadora necesaria, lleva a cabo acciones marrulleras de agitprop (agitación y propaganda) tanto dentro como fuera de la Cámara. Sus dos puntales son los diputados Ana María Aguiló y Antoni Camps, quienes a menudo hacen exhibición de una falta de dignidad y decoro que abochorna, jaleados por sus compañeros de bancada cual supporters. Su consigna parece ser “cuanto peor, mejor”. Pero no todo vale en política y parece increíble que no se den cuenta que con semejante comportamiento, por lo demás inútil e innecesario, no ganarán ni un solo voto ni harán que sus rivales pierdan lo más mínimo. Su trabajo no es encender fuegos, sino apagarlos.  Únicamente contribuyen a la degradación de la política y a denostar el Parlament, aún más de lo que ya está. Aquello se ha convertido en una guarida de rufianes y reto a cualquier ciudadano que no me crea a comprobarlo personalmente acudiendo un martes a la antigua sede del Círculo Mallorquín, antaño cuna de conciudadanos ilustres y sensatos y ahora vulgar patio de colegio de personas que parecen ajenas al interés común.
 
El vicepresidente Antonio Gómez no es ajeno a esta estrategia, como no lo puede ser José Ramón Bauzá. Sin embargo, el ex alcalde de Escorca no parece entender el papel del Poder Legislativo, tanto en su autonomía de funcionamiento a la hora de aprobar y enmendar leyes, como a la hora de controlar al poder Ejecutivo. Este pasado martes, en un tono abiertamente barriobajero y tabernario, acusó al diputado no adscrito Antoni Pastor de ser un “vividor de la política” y de no tener “ni oficio ni profesión al margen de ella”. Creerá Gómez que con estas palabras denigra a Pastor, pero lo que hace realmente es denigrarse a sí mismo y a su propio partido, porque no hace sino reconocer, de ser cierta su acusación, que el PP llevó en las últimas elecciones locales a un “vividor de la política” como cabeza de lista por Manacor, que obtuvo la alcaldía del segundo municipio más grande de Mallorca con mayoría absoluta. Si tuviera el más mínimo decoro y sintiera algún respeto por el Parlament, no haría ese tipo de reproches, que bien podría hacer a más de la mitad de sus compañeros del Grupo Popular, empezando por sí mismo.
 
No puedo por más que criticar esta estrategia del Partido Popular, que ya no es un comportamiento individual sino una estrategia política trazada con no se sabe qué objetivo y que sólo puede traer más desafección, más crispación y que la ciudadanía perciba a los Populares no como un partido de gobierno, sino como un orfeón de irresponsables emboscados en la marrullería y el juego sucio para desviar la atención y tapar sus carencias. Solo que sus carencias ya son imposibles de tapar y menos aún revolcándose en el barro como hacen los jabalíes para librarse de los chinches y las garrapatas. Enlodarse nunca es buena estrategia y además, al margen de que solo lo hacen los animales, no les pagamos el sueldo para eso.

(Publicado en http://www.ciutat.es/opinion/columnistas/item/11997-hooliganismo-parlamentario)

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