Un país donde los bancos, cuyas ganancias son desorbitadas y mantenidas cuando no aumentadas año tras año, fríen a comisiones abusivas a sus clientes, al margen de asfixiarles económicamente al no conceder crédito. Donde el regulador de dichos bancos, el todopoderoso Banco de España, consiente mirando hacia otro lado que muchos de los directivos de las entidades y de las cajas de ahorro desfalquen al cobrar cantidades astronómicas o perciban despidos multimillonarios indecentes de dinero público cuando las han llevado a la bancarrota. Un país donde un gobierno autonómico acuerda liberalizar al cien por cien un sector como el comercio, condenando a los pequeños comerciantes a una muerte lenta por inanición frente a los gigantescos centros comerciales, y lo hace por su propia cuenta y riesgo sin consultar con nadie, mucho menos con los comerciantes afectados. Un país donde se embarga el sueldo y las propiedades a un ciudadano para pagar el tratamiento contra el VIH, sencillamente porque es funcionario y no tiene Seguridad Social sino un régimen especial cuyo seguro privado no cubre este tratamiento. Un país donde se desahucia a ancianos o a personas con discapacidad, sin que ninguna institución pública o privada acuda en su auxilio y les ayude a pagar lo que ellos no pueden, evitando así que queden en la calle. Un país donde los enfermos de cáncer deben esperar meses para una intervención quirúrgica que les salve la vida, aunque muy posiblemente llegue tarde por falta de recursos sanitarios.
Un país donde un Gobierno aboca al 20 % de la población al desempleo (el 45 % si hablamos de menores de 25 años) y no hace nada para evitarlo, los ciudadanos votan masivamente para expulsarlos del Gobierno y el Ejecutivo que le sustituye se dedica a despedir a los pocos que ya trabajaban, entre ellos profesores y personal sanitario, incrementando aún más las tasas de paro en nombre de la austeridad y de la contención del gasto, pero sin mencionar nunca la contención del paro y fiándolo todo a la iniciativa privada, cuyos representantes más destacados, los dirigentes de la patronal empresarial, sugiere sin pudor el despido libre y los mini empleos a 450 euros al mes (los mileuristas que antes se quejaban ahora serán considerados potentados privilegiados). Un país donde las personas dependientes no cobran aquello que una Ley establece que tienen derecho a percibir para sufragar sus necesidades básicas. Un país donde los comercios y las calles están vacías en plena navidad porque nadie tiene un duro y los que sí lo tienen, también tienen metido el miedo de quedarse sin trabajo hasta en el tuétano y prefieren no gastar, por lo que cada día son más los negocios que echan a más trabajadores a la calle o cierran directamente.
Un país donde sucede todo esto y los representantes de los ciudadanos se limitan a descalificarse en el Parlamento, acusándose de “y tu eras peor cuando gobernabas…”, está condenado a sufrir en sus carnes una fractura social tan lesiva como inevitable. Ya se verá lo que tarda el agua de la paciencia ciudadana en derramarse por los rebosaderos… Ya está pasando en otros países vecinos, pero en nuestra inconsciencia y en la irresponsabilidad de nuestros gobernantes, aquí nos limitamos a discutir sobre la zona de exposición en el museo de cera de la horrenda e inerte estatua del yerno del Rey o la tibia de un delantero de la selección nacional de fútbol o los trajes del ex presidente de la Generalitat Valenciana. Y mientras tanto, la paciencia ciudadana se va agotando.
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