13 octubre 2009

La otra Guardia Civil

Ayer se celebró la festividad de la Virgen del Pilar, Patrona de España y de la Guardia Civil. Las autoridades correspondientes se encargaron de hacer un triunfal y autocomplaciente balance oficial de lo ocurrido en la Benemérita durante este último año. Como nadie las ha mencionado en sus discursos, plantearé yo algunas de las inquietudes que atenazan a muchos guardias civiles, esencialmente aquellos que no están en los despachos sino en la calle.

El asesinato en atentado terrorista de Diego Salvá y Carlos Saenz de Tejada, marca y marcará para siempre a la Guardia Civil en esta Comunidad Autónoma. Este hecho dramático y triste para todos, especialmente para sus familiares y sus compañeros de Palmanova, puso en evidencia que tampoco aquí estamos libres de sufrir los zarpazos de ETA. Pero este atentado también puso en evidencia las condiciones de seguridad (o mejor sería decir la ausencia de ellas) con que en muchos lugares se trabaja, que cabe calificar, siendo muy benevolentes, de manifiestamente mejorables. Es inadmisible a estas alturas de la lucha contra ETA que siga habiendo, no sólo en Baleares, sino en toda España, cuarteles sin las adecuadas medidas de seguridad. Tampoco se puede admitir la carencia de medios materiales adecuados a la labor que se desempeña y aún menos si esos medios materiales son equipos de seguridad individual como chalecos antibalas o guantes anti corte.

También es muy importante avanzar a mayor ritmo en la mejora de las instalaciones y en la construcción de nuevos cuarteles que ofrezcan un mejor servicio a los ciudadanos. Actualmente no se progresa como sería deseable y muchos ofrecen un estado deplorable. Palmanova es el ejemplo más lastimoso, pero hay otros, como Formentera y Sóller.

En un escenario de recesión económica, el Gobierno se ve obligado a adoptar medidas de contención del gasto que afectan a los funcionarios. Los guardias civiles no se escapan de esta realidad. Sin embargo, se corre el riesgo de aumentar aún más las diferencias salariales ya existentes, que son causa de oprobio para las Fuerzas de Seguridad dependientes del ministerio del Interior. El esfuerzo por reducir las diferencias salariales entre guardias civiles-policías nacionales por un lado, y policías autonómicas-policías locales por otro, realizado durante la legislatura pasada, se ha demostrado insuficiente ya que no se ha producido la equiparación salarial y es difícil que con la crisis actual se pueda plantear algo similar. Sin embargo, sigue habiendo muchos aspectos en los que mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los funcionarios, que no significan aumento de las partidas presupuestarias. Hablo de la ampliación y mejora de derechos de representación colectiva, la mejora de la carrera profesional, el desarrollo de la regulación de las asociaciones profesionales y de la Ley de derechos y deberes, la mejora de los turnos y horarios de servicio, mejoras en la conciliación de la vida laboral y familiar, etc. Todo esto redundaría en una mayor motivación del personal y por tanto, en mayores índices de eficacia.

Dos asuntos muy importantes que afectan a los agentes de la Guardia Civil destinados en Baleares: insularidad y policía autonómica. Urge equiparar la indemnización de residencia de los funcionarios de Baleares con la percibida por los de Canarias. En el actual contexto económico, el problema es más grave que nunca. El goteo incesante de agentes que se marchan a la península en cuanto pueden, es un mal ya endémico para nuestras plantillas que hay que atajar. Y ya hace demasiados años que se reclama sin ningún éxito, porque Madrid no demuestra la sensibilidad necesaria.

Durante el último debate de política general en el Parlament, fueron muchas las fuerzas políticas que plantearon la necesidad de crear la policía autonómica, de acuerdo con la previsión contemplada en el artículo 33 del Estatuto de Autonomía del año 2007. Muchos agentes, a la vista de cómo nacieron y cómo se han desarrollado otros cuerpos de policía autonómicos (Ertzaintza y Mossos d’Esquadra), contemplan este fenómeno con natural preocupación. Este es un asunto que puede afectar a muchas familias y en ningún caso debería hacerse a espaldas y/o en perjuicio de los agentes de las Fuerzas de Seguridad que ya trabajan en las islas.

Al recibir la orden para que la escuadra que comandaba zarpase de Cádiz con destino a Cuba, a combatir contra la muy superior, moderna y poderosa flota norteamericana en 1898, el almirante Pascual Cervera Topete, cerciorado de que estaban siendo enviados a la segura destrucción de los navíos y al sacrificio de centenares de vidas, como así sucedió, escribió al ministerio en los siguientes términos: “Aun cuando estoy seguro de que nada nuevo digo a V.E. (…) En cambio de este deficiente estado de material, tengo la satisfacción de hacer constar que el espíritu del personal es inmejorable y que la patria encontrará en él cuanto quiera exigirle. ¡Lástima que mejor y más numeroso material con más recursos y menos trabas no ponga a este personal en condiciones de llevar cumplidamente su cometido! Y sin alargar más este escrito doy a V.E. la seguridad de que sean cuales fueren las contingencias del porvenir, estas fuerzas llenarán cumplidamente sus deberes”. No diré yo que en tan dramática situación se encuentre la Guardia Civil, pero el espíritu de las palabras de Cervera bien lo suscribirían muchos agentes. Que la Virgen del Pilar nos proteja y nos guarde, ya que parece que nadie más está dispuesto a hacerlo, por más que a algunos se les llene la boca de adulaciones y alabanzas en el día de hoy.

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