22 noviembre 2008

De chivatos y otras especies dignas del mayor de mis desprecios.

Nunca he acertado a sentir mucha simpatía por los soplones. En la mayoría de los casos, no son mejores que aquellos a los que delatan, con la vileza añadida de buscar en el juego a dos barajas lo que saben que no podrían conseguir jugando con una sola.

Roma no paga a traidores y al buen maestro le repugna tanto el alumno acusica como al buen jefe le asquea el empleado pelota. Si se tolera su existencia es sólo por razón de sus servicios. Además, los correveidiles son iguales en todas partes.

Últimamente estoy viendo tal número de seres de esta calaña que cada día doy gracias a Dios por haberme dado un estómago que lo soporta casi todo, porque si no , estaría vomitando a cada minuto.

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