27 marzo 2012

LA SOBERBIA DE BAUZÁ, IGUAL QUE ZP.


El sábado pasado en Palma participé en la manifestación convocada por la Obra Cultural Balear con el lema “Sí a la nostra llengua”. Fue todo un éxito de participación, con unos 50.000 participantes según los organizadores y 18.000 según otras fuentes periodísticas. Yo creo que ni tanto ni tan calvo, pero había muchísima gente en Palma, indignada con la política lingüística del gobierno de José Ramón Bauzá. Nadie lo pone en cuestión exceptuando a los asilvestrados del Círculo Balear, quienes en su contramanifestación correspondiente no juntaron a más de 45 personas, a quien hubieron de dar consignas de no llevar ninguna bandera que no fueran la balear y la española, por si alguien se colaba con la que de verdad les pone, la preconstitucional. Nunca había participado en una manifestación tan numerosa, si exceptuamos la de la muerte de Miguel Ángel Blanco, la del 11-M y la de la guerra de Irak.

El presidente Bauzá y el PP se han apresurado a esgrimir la mayoría silenciosa de las urnas, sus 220.000 votos recibidos en mayo del año pasado en las elecciones autonómicas sobre los que se sustenta su holgada mayoría absoluta en el Parlament y en el Consell de Mallorca. Esta soberbia superlativa habrá de pasarle factura tarde o temprano al bisoño presidente, quien afirmó que “la política la marcan las urnas, no las manifestaciones”. Esta interpretación a conveniencia de la voluntad de los votantes es harto peligrosa, porque deja en evidencia que Bauzá se cree en posesión de un cheque en blanco para hacer lo que le venga en gana. De hecho, en su programa electoral también llevaba bajar impuestos y sacarnos de la crisis, y de momento no lo está haciendo sino más bien al contrario: ni paga las facturas, ni crea empleo sino que lo destruye, ni baja los impuestos sino que nos cruje a todos con los 4’5 céntimos sanitarios, ni vemos horizonte de esperanza alguno. Pero es que además, José Ramón Bauzá está haciendo lo que su partido criticaba de José Luis Rodríguez Zapatero: romper el consenso, dividir a la sociedad y crear problemas donde no los hay. Aunque quizás lo haga para tapar su falta de resultados en otros ámbitos que ahora mismo preocupan más al conjunto de la ciudadanía, aunque no al President, incluyendo a los 98.000 parados que hay en la Comunidad Autónoma.

Bauzá ha dinamitado el consenso en una materia fundamental que debiera estar fuera del debate político, la política lingüística. Y creerse que el mandato de las urnas le ampara a hacerlo es no entender nada. El PP no ganó apenas votos en las elecciones. Fue el PSOE quien se desplomó perdiendo 20.000 votos con respecto a las autonómicas de 2007. Y no lo hizo porque la gente le diese la espalda por la política lingüística, ni porque no garantizaba la libertad de elección de lengua en la educación, ni porque a los funcionarios autonómicos y locales (que no a los del Estado) se les exigiese un determinado nivel de catalán para opositar. No fue por eso. Fue por su incapacidad para mejorar la economía, por su nulidad a la hora de reducir el número de parados y por llevarnos a la ruina colectiva con un gasto público desbocado.

Incluso desde las filas conservadoras son muchas las voces que se han mostrado discrepantes con el Govern por su facilidad en meter la pata y abrir frentes en momentos poco propicios, como si no tuviéramos suficientes problemas para que él venga a crear otros nuevos. Pero Bauzá no escucha a nadie y se escuda en los votos que recibió en marzo de 2011 para romper el consenso existente desde el año 1986 entre todas las fuerzas políticas y que sólo incomoda a una minoría radical que el sábado sólo concentró patéticamente a 45 exaltados capitaneados por el ultra a sueldo del gobierno de Bauzá, Jorge Campos (para que luego presuma que la Fundación Círculo Balear no recibe subvenciones públicas, cuando antes era un alto cargo del Ayuntamiento de Calvià y ahora lo es de la Conselleria de Turismo) y el anticatalanista patológico Chicho Lorenzo.

Bauzá está demostrando así una nula capacidad de diálogo y de consenso. Se alinea con la minoría radical escorada a la derecha No escucha a nadie y va a lo suyo, gobernando a golpe de decreto ley para ahorrarse dar explicaciones en el Parlament. Y esta arrogancia, sumada a la falta de eficacia que en sus primeros meses de gobierno está demostrando, le convierte en un obstáculo para la comunidad autónoma, falta de líderes dialogantes que solucionen problemas en lugar de crearlos. Fue para eso para lo que fue elegido. Los 220.000 votos fueron para eso y no para otras cosas, aunque él se crea tocado del cielo. Arrogancia supina escondida en una cara amable. Idéntico a ZP.


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