El hasta ayer máximo representante del Gobierno central en Baleares, el veterano político del Partido Popular José María Rodríguez, ha llevado al extremo el mandato del presidente Bauzá de apartarse de la vida pública cuando se está involucrado en un caso de presunta corrupción. Y digo extremo porque ha dimitido antes incluso de conocer formalmente que pesa sobre él una acusación concreta y de que el juez lo llame a declarar.
Las informaciones periodísticas se llevan por delante a José María Rodríguez, a quien en su partido han dejado completamente solo. Ha sido apuñalado por la espalda. La estela de la trama Gürtel es un baldón con el que ahora mismo nadie quiere tener ni el más mínimo roce. Y mucho menos el nuevo PP que preside el ex alcalde de Marratxí sin ningún apego por el pasado, más bien todo lo contrario.
Sin embargo, quien se ha cargado a Rodríguez ha sido alguien desde la Comandancia de la Guardia Civil. Alguien que tuvo acceso a una investigación declarada secreta por el juzgado de Instrucción nº 3 y que supo perfectamente que filtrando esa información a un determinado periódico estaba haciendo un jaque mate perfecto al delegado del Gobierno. Alguien que sabía que filtrar datos de una investigación es una grave ilegalidad y no le importó, consciente de que en España eso nadie osaría investigarlo bajo ningún concepto porque también lo hacen habitualmente jueces y fiscales y, además, los medios protegen a sus fuentes. Alguien que se la tenía jurada a Rodríguez por algo que este le hizo durante estos escasos 7 meses que ha estado en la Delegación. Y alguien que habla, si quiere y cuando quiere, por boca de la Unión de Oficiales, lo que reduce mucho el listado de sospechosos pues esa asociación profesional de oficiales de la Guardia Civil sólo admite entre sus filas a los que pertenecen a esa casta de intocables.
La Comandancia de la Guardia Civil ha vuelto a demostrar una vez más que hay ciertos personajes en ella dignos de la novela negra más truculenta ambientada en Chicago en los años 30. Los cuchillos vuelan por la calle Manuel Azaña muy a menudo, principalmente en los despachos de los jefes y oficiales, donde por todos es conocido que hay bandos, o mejor dicho sería hablar de bandas. Rodríguez ha sido apuñalado por un destacado líder de una de estas facciones, uno de los más veteranos, uno que ya estaba por allí cuando procesaron al penúltimo Coronel Jefe y al penúltimo Teniente Coronel segundo jefe por falsificar facturas de obras para comprar muebles y que salió indemne porque siempre ha sabido estar pero que no se note. Y cargarse a quien haga falta y que parezca que lo hizo otro.
Rodríguez se descuido un instante y sólo tuvo tiempo de notar el pinchazo en la espalda. Pero no era un pinchazo, era una puñalada al corazón. Un jaque mate impecable. Antes de recibir ni un solo oficio del juzgado. ¿Aún hay alguien que crea que se juega limpio en este asunto?
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