Durante mis años de dirigente sindicalista en la Guardia Civil, recuerdo que pedíamos la equiparación salarial con los Mossos d’Esquadra, quienes como trabajadores de la administración autonómica ganaban bastante más que los funcionarios del Estado, policías nacionales y guardias civiles, con mucha menor movilidad geográfica y menores competencias. Han transcurrido los años y prácticamente ya no hay equiparación salarial que reivindicar porque la brecha se ha reducido considerablemente. Pero no porque los guardias hayan visto incrementadas sus retribuciones, sino porque los policías autonómicos catalanes las han visto sensiblemente reducidas. Y parece que a todo el mundo le parece bien, excepto a los afectados, claro está, quienes protagonizan sonoras protestas junto a otros trabajadores públicos como bomberos, personal sanitario y maestros. Quienes aplauden los recortes a estos trabajadores públicos les tildan de privilegiados ¡por ser funcionarios y tener un trabajo fijo! Se dice: “Y los demás ¿qué? ¿Y los autónomos? ¿Y los trabajadores de la empresa privada?” De los parados ya ni hablemos… Siendo así las cosas, la mayoría de la ciudadanía ha visto bien la equiparación por abajo e incluso algunos la han aplaudido, sin darse cuenta de que los siguientes serán ellos...
Esto no dejaría de ser una anécdota si no fuera porque revela la realidad de la situación general de los trabajadores en España. En los últimos años se han perdido derechos laborales y sociales a velocidad de vértigo. Y el conjunto de la masa trabajadora lo ha asumido callada y resignadamente, cuando no aplaudiendo convencidos por la riada de mensajes catastrofistas. Ha calado el mensaje tan repetido últimamente de “¡Es que vivíamos por encima de nuestras posibilidades!”. Aceptemos la premisa siempre que consideremos un lujo que nuestros hijos tengan calefacción en los institutos o que nuestros padres y abuelos “solamente” tengan que esperar una media de 180 días para operarse de cataratas o de piedras en el riñón. Pero convengamos en que no es el conjunto de la ciudadanía quien gestionaba el dinero de los impuestos, sino los políticos que con cara de circunstancias ahora nos endosan la responsabilidad del desastre. Somos a la vez sujetos activos y sujetos pacientes. Parece que nadie más tiene responsabilidad alguna: ni el FMI, ni el BCE, ni nuestros gobernantes, ni el Banco de España, etc. Sólo los ciudadanos son los culpables. Y algunos se lo han creído.
En junio de 2004, el consejero delegado del Banco de Santander, Alfredo Sáenz, abogaba por “desmontar el Estado del bienestar”. http://www.elpais.com/articulo/economia/Alfredo/Saenz/insta/desmontar/urgencia/estado/bienestar/europeo/elpporeco/20040602elpepueco_16/Tes.
Afirmaba que el crecimiento económico estaba unido a “las reformas laborales y eso significa seguridad social, subsidios, horas trabajadas, subsidio de desempleo, movilidad... No es posible pensar que el Estado del bienestar europeo pueda continuar, mucho menos después de la entrada de los 10 nuevos miembros en la UE”. Este señor, el ejecutivo mejor pagado de la banca española, cobraba más de 7 millones de euros al año cuando lo dijo (en 2010 se embolsó 9,17 millones) y cuando se jubile cobrará 26,4 millones de euros o 3,42 millones anuales, lo que él prefiera, todo junto o separado. Recordemos que fue indultado por el Gobierno de ZP en su último Consejo de Ministros, lo que le evitó la pena de inhabilitación y la pena de 3 meses de arresto impuesta por el Tribunal Supremo.
El Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez (nombrado por el PSOE cuando era Secretario de Estado de Hacienda con Pedro Solbes), lleva años predicando la moderación salarial. Parece haberse salido con la suya a tenor del acuerdo suscrito hace unos días entre patronal y sindicatos, que limita el aumento de los salarios al 0,5% para este año 2012. Aplauso general. No queda más remedio, dice todo el mundo.
A la par que moderación salarial, MAFO ha procurado en lo posible ocultar sus retribuciones. Casi 190.000 euros al año hasta que en 2010 se acordó reducir los salarios en las Administraciones Públicas y tras un recorte del 15% quedó fijado en “solamente” 165.000 euros anuales (algo más de 27 millones de pesetas), más 50.000 euros de gastos de representación, claro. Un generoso sueldo mientras consentía desde el organismo regulador que los directivos de las cajas de ahorro hayan estado saqueando las entidades que dirigían y llevándose sueldos insultantes e indemnizaciones millonarias cuando dejaban sus cargos, sin importar la situación financiera en que quedasen sus entidades, muchas de ellas en quiebra técnica e intervenidas. La moderación salarial no era para todos, por lo visto. Actualmente medio centenar de directivos y consejeros de las cajas de ahorro se niegan a decir lo que cobran y a detallar sus blindajes y planes de pensiones que ellos mismos se han adjudicado, mientras MAFO miraba hacia otro lado. http://www.eleconomista.es/publicidad/superdirect/empresas-finanzas/noticias/3654337/01/12/Por-que-medio-centenar-de-banqueros-se-resiste-a-revelar-su-salario.html
No menos famosa fue la receta que nos extendió el ínclito y celebérrimo Gerardo Díaz Ferrán, entre 2007 y 2010 presidente de la gran patronal CEOE: “Sólo se puede salir de la crisis trabajando más y cobrando menos”.
Esta fue su recomendación en octubre de 2010. Y aunque fue sonoramente criticado por los sindicatos, ha acabado cumpliéndose su encargo. No se tuvo muy en cuenta su fracaso empresarial en Viajes Marsans, entonces en concurso de acreedores. A sus colegas de la CEOE les pareció que era un ejemplo para todos los empresarios y un modelo a seguir. Años más tarde se encuentra procesado por delito fiscal en el caso Aerolíneas, por un supuesto fraude en el impuesto de sociedades de 99 millones de euros.
En los últimos años, a fuerza de multiplicar la duración de la sección de economía de los telediarios, de enviar continuos y reiterados mensajes catastrofistas y de traspasar la responsabilidad de lo que está sucediendo a los ciudadanos “que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” o que “cobran excesivas indemnizaciones por despido” o que "cobran del paro mientras podrían estar haciendo servicios a la Comunidad", se ha logrado poner en práctica los dictados de los tres gurús que he citado anteriormente: contención salarial en el ámbito privado, reducción salarial a los funcionarios, reducción del número de trabajadores públicos, aumento de la jornada laboral, reforma laboral, incremento de la edad de jubilación, congelación de las pensiones, reducción de las inversiones públicas y reestructuración del mercado financiero (desaparición de las cajas de ahorro, convertidas en bancos) e incremento de impuestos (IVA y más recientemente IRPF).
Ahora se anuncia una nueva reforma laboral para flexibilizar el mercado de trabajo, reducir los costes del despido y simplificar la negociación colectiva. Y también una nueva reestructuración financiera. Quizá se revisará la protección social por desempleo. Algunos plantean estudiar el copago sanitario. La alcaldesa de Madrid propone que algunos servicios públicos los presten voluntarios, como las bibliotecas municipales. El ministro de Justicia ya ha anunciado la introducción del copago en su área, ya veremos cómo y de qué manera, aunque ya hemos sabido siempre que sólo pueden pleitear quienes tienen mucho dinero. A partir de ahora pues aún más.
Como se puede ver, siempre los recortes son a la baja. Todos un poco más pobres. Los de arriba no se muestran muy preocupados, porque a ellos nada de todo esto les afecta en absoluto. Y encima, todos los ciudadanos convencidos de que “no hay más remedio”, que "el sistema no es sostenible". Resignadamente todos de cabeza al matadero, a liquidar el Estado de bienestar. El liberalismo económico se impone: que cada cual se las apañe como pueda. Y encima aplaudimos.
Nos dijeron que sin reformas no habría recuperación. Hemos asumido resignadamente todas las imposiciones de los mercados y los organismos internacionales, y sigue sin haber recuperación. Ya nos vaticinan que no será hasta 2013 o 2014 cuando habrá un cierto crecimiento económico. Pero lo cierto es que cada día estamos peor y parezca que se ha retrasado el reloj ya que según nos dicen, que para volver a los niveles de prosperidad de 2008 tendremos que esperar al menos a 2016 o 2017 y asumir aún más sacrificios y más duros.
Con un paro desbocado (5.200.000 españoles sin trabajo y aumentando) y un paro juvenil que roza el 50%, pretenden que esto sirva de justificación para que sigamos renunciando a todo, admitiendo la destrucción del Estado del bienestar, porque “no queda más remedio”. Y yo me pregunto ¿hasta cuando? Las noticias de protestas y manifestaciones son convenientemente silenciadas en los telediarios, incluso las internacionales, no vaya a cundir el ejemplo en España. Pero estoy convencido de que tarde o temprano, la paciencia acabará por agotarse ante tanto engaño y tanta mentira para destruir nuestro modelo de sociedad y convertirla al cruel sistema anglosajón, donde cada cual haga lo que pueda por sí mismo y los más ricos sean cada vez más ricos y los más pobres pues que se aguanten en su miseria. Equiparando por abajo y todos conformes y aún dando gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario