Algo mucho peor que un mal gobierno es una nefasta oposición incapaz de hacer su trabajo. Es pronto para empezar a hacer juicios sobre el actual Govern, sobre todo si atendemos a los muchísimos problemas que hereda del anterior ejecutivo y los escasísimos fondos públicos para afrontarlos. Pero ya podemos calificar a la oposición porque les conocemos y les hemos visto gobernar los últimos cuatro años, con los resultados de sobra conocidos. Se vislumbra cierta torpeza en el posicionamiento del Govern y una falta de reflejos bastante importante, carencias que quizás sean contagiosas porque no se libran los ocupantes del Consell de Mallorca. Quizás sea el calor, quién sabe. Pero tengamos claro que si cada vez que hay un problema, la imagen que vemos para replicar al Gobierno de Bauzá es la señora Armengol, los señores Thomas o Carbonero, corremos el riesgo de deslizarnos hacia la depresión crónica. Aferrados patéticamente a sus cargos y negándose a permitir un futuro mejor para el PSIB, ya nadie sabe dónde está el fruto de la reflexión pausada y sosegada que en días posteriores a las elecciones tan serenamente reclamaban. Mentira. Son incapaces de entender que mientras los ciudadanos vean sus caras en las noticias, no culparán al actual ejecutivo de sus problemas, sino a ellos. ¿Tanto cuesta entender que tras cuatro años gobernando en el Consell, el PSIB perdió más de 22.000 votos? Si el PSIB no cambia a sus dirigentes y se renueva enteramente, estará condenado a calentar el banquillo de la oposición como lo hacen los socialistas en la Comunidad Valenciana: porque la gente vota al PP por eliminación, no porque les gusten más los conservadores. Porque no hay alternativa creíble. Los socialistas deben ponerse a trabajar ante un gobierno que de momento no acude al Parlament y legisla a toque de decreto ley. Pero para eso, y para que no apaguemos la tele en cuanto los vemos, Armengol, Thomas y Carbonero deben irse a su casa. O al Senado, que es donde en España enviamos a todos los inútiles, que no tontos porque se lo llevan calentito sin mover un dedo. Para eliminar ese órgano inútil no hace falta modificar la Constitución, por lo que se ve. Esa sangría sí podemos permitírnosla.
29 agosto 2011
OPOSICIÓN INCAPAZ
Algo mucho peor que un mal gobierno es una nefasta oposición incapaz de hacer su trabajo. Es pronto para empezar a hacer juicios sobre el actual Govern, sobre todo si atendemos a los muchísimos problemas que hereda del anterior ejecutivo y los escasísimos fondos públicos para afrontarlos. Pero ya podemos calificar a la oposición porque les conocemos y les hemos visto gobernar los últimos cuatro años, con los resultados de sobra conocidos. Se vislumbra cierta torpeza en el posicionamiento del Govern y una falta de reflejos bastante importante, carencias que quizás sean contagiosas porque no se libran los ocupantes del Consell de Mallorca. Quizás sea el calor, quién sabe. Pero tengamos claro que si cada vez que hay un problema, la imagen que vemos para replicar al Gobierno de Bauzá es la señora Armengol, los señores Thomas o Carbonero, corremos el riesgo de deslizarnos hacia la depresión crónica. Aferrados patéticamente a sus cargos y negándose a permitir un futuro mejor para el PSIB, ya nadie sabe dónde está el fruto de la reflexión pausada y sosegada que en días posteriores a las elecciones tan serenamente reclamaban. Mentira. Son incapaces de entender que mientras los ciudadanos vean sus caras en las noticias, no culparán al actual ejecutivo de sus problemas, sino a ellos. ¿Tanto cuesta entender que tras cuatro años gobernando en el Consell, el PSIB perdió más de 22.000 votos? Si el PSIB no cambia a sus dirigentes y se renueva enteramente, estará condenado a calentar el banquillo de la oposición como lo hacen los socialistas en la Comunidad Valenciana: porque la gente vota al PP por eliminación, no porque les gusten más los conservadores. Porque no hay alternativa creíble. Los socialistas deben ponerse a trabajar ante un gobierno que de momento no acude al Parlament y legisla a toque de decreto ley. Pero para eso, y para que no apaguemos la tele en cuanto los vemos, Armengol, Thomas y Carbonero deben irse a su casa. O al Senado, que es donde en España enviamos a todos los inútiles, que no tontos porque se lo llevan calentito sin mover un dedo. Para eliminar ese órgano inútil no hace falta modificar la Constitución, por lo que se ve. Esa sangría sí podemos permitírnosla.
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