10 febrero 2017

MÉS TORT QUE SA JUSTÍCIA

Cuando la sabiduría popular balear ha llegado al punto de acunar un refrán así, no puede ser por casualidad ni por malicia. Y es que pese a la gravedad de males que afectan a la Administración de Justicia, como la politización de su órgano del CGPJ, un paupérrimo presupuesto, la falta de adecuación de sus normas procesales o incluso sistemas informáticos que fallan más que una escopeta de feria, lo que hace que la ciudadanía tenga este concepto de la Justicia son, sin duda, muchas decisiones inexplicables que con inusitada frecuencia salen a la luz. La última y más reciente, el apaño con que se ha ventilado en la Audiencia Provincial el juicio de Joaquín Fernández, alias El Prestamista.

La Fiscalía le consideraba líder de una red criminal organizada, que extorsionaba -amenazas de muerte y agresiones mediante-, que llegó a secuestrar a algunas de las personas a las que prestó dinero con intereses abusivos -la mayoría de ellas con problemas de ludopatía-, y que no le devolvían el préstamo en el plazo establecido. Por ello se solicitaba una pena de 19 años de cárcel. Pero mira tú por dónde, el asunto acaba con una condena de 1 año de prisión que no cumplirá, ya que la Fiscalía retira los cargos más graves y lo deja todo en un delito de realización arbitraria del propio derecho, que castiga con 1 año de prisión con suspensión condicional de la condena y 3.600 euros de multa. Vamos, un chollo. Tras esto costará creerse nada de lo que escriba el Ministerio Público en un escrito de acusación, porque ya vemos que de la calificación inicial a lo que finalmente puede acabar sucediendo, va todo un mundo que nadie puede entender. Pero no pasa nada, porque tampoco nadie se toma la molestia de explicarlo.


Como inexplicable es que el juicio al rapero Valtonyc se haya tenido que celebrar en la Audiencia Nacional, un tribunal que está para enjuiciar casos graves de narcotráfico, terrorismo y delincuencia organizada, y que ahora también juzga canciones de rap y teatro de títeres de dudoso éxito y buen gusto, con excesos en la libertad de expresión, pero en todo caso de escasa gravedad y nula trascendencia. Los distintos operadores jurídicos debieran reflexionar sobre lo que están haciendo entre todos, porque tal perpetración de disparates, encarcelando a gente por nimiedades y dejando libres a personas que han cometido delitos graves como secuestro y extorsión, es descorazonador. 

(Publicado en Última Hora)

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