Cuando la sabiduría popular balear ha llegado al punto de
acunar un refrán así, no puede ser por casualidad ni por malicia. Y es que pese
a la gravedad de males que afectan a la Administración de Justicia, como la
politización de su órgano del CGPJ, un paupérrimo presupuesto, la falta de
adecuación de sus normas procesales o incluso sistemas informáticos que fallan
más que una escopeta de feria, lo que hace que la ciudadanía tenga este
concepto de la Justicia son, sin duda, muchas decisiones inexplicables que con
inusitada frecuencia salen a la luz. La última y más reciente, el apaño con que
se ha ventilado en la Audiencia Provincial el juicio de Joaquín Fernández,
alias El Prestamista.
La Fiscalía le consideraba líder de una red criminal
organizada, que extorsionaba -amenazas de muerte y agresiones mediante-, que
llegó a secuestrar a algunas de las personas a las que prestó dinero con
intereses abusivos -la mayoría de ellas con problemas de ludopatía-, y que no
le devolvían el préstamo en el plazo establecido. Por ello se solicitaba una
pena de 19 años de cárcel. Pero mira tú por dónde, el asunto acaba con una
condena de 1 año de prisión que no cumplirá, ya que la Fiscalía retira los
cargos más graves y lo deja todo en un delito de realización arbitraria del
propio derecho, que castiga con 1 año de prisión con suspensión condicional de
la condena y 3.600 euros de multa. Vamos, un chollo. Tras esto costará creerse
nada de lo que escriba el Ministerio Público en un escrito de acusación, porque
ya vemos que de la calificación inicial a lo que finalmente puede acabar
sucediendo, va todo un mundo que nadie puede entender. Pero no pasa nada,
porque tampoco nadie se toma la molestia de explicarlo.
Como inexplicable es que el juicio al rapero Valtonyc se
haya tenido que celebrar en la Audiencia Nacional, un tribunal que está para
enjuiciar casos graves de narcotráfico, terrorismo y delincuencia organizada, y
que ahora también juzga canciones de rap y teatro de títeres de dudoso éxito y
buen gusto, con excesos en la libertad de expresión, pero en todo caso de
escasa gravedad y nula trascendencia. Los distintos operadores jurídicos
debieran reflexionar sobre lo que están haciendo entre todos, porque tal perpetración
de disparates, encarcelando a gente por nimiedades y dejando libres a personas
que han cometido delitos graves como secuestro y extorsión, es descorazonador.
(Publicado en Última Hora)
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