12 marzo 2016

¿QUIÉN COACCIONA A QUIÉN?

Se lamentan las acusaciones tanto pública como particular en el juicio del caso 'Nóos',  que las defensas de Diego Torres, Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón están coaccionando al testigo Miguel Tejeiro al recordarle que es abogado y fue en tal condición como les asesoró, por lo que según qué revele estaría incumpliendo su sagrada obligación de guardar secreto profesional, con las consecuencias que ello conlleva. Esto obliga al testigo que hace unas semanas también era acusado, a andarse con pies de plomo, lo que inevitablemente lastra su lengua. Dice el diccionario de la Real Academia Española que coaccionar es ejercer coacción y define como coacción como “Fuerza o violencia que se hace a alguien para obligarlo a que diga o ejecute algo”. Y eso es lo que cree la Fiscalía y también Manos Limpias (en esto sí que concuerdan), que está sucediendo, aunque cuesta percibir "fuerza o violencia" por parte del letrado de Diego Torres en su apelación al secreto profesional al que Tejeiro se debe.

Se habla de fraude procesal pero quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. Ahora se ve claramente la "estrategia procesal" a la que se refirió López Negrete para justificar su sorpresiva retirada de la acusación contra Miguel Tejeiro, lo que le expulsó del banquillo de los acusados para convertirlo en testigo privilegiado de la acusación. Y es natural que la respuesta a esa estrategia sea que Urdangarin y Torres carguen contra él y que ahora traten de torpedear su testimonio. Quizás las acusaciones se equivocaron confiando tanto en un testigo que por razón de su profesión de abogado no puede revelar muchos detalles, aunque sí puede contar muchas otras cosas como viene haciendo hasta ahora, con consecuencias catastróficas para los propietarios del Instituto con evidente ánimo de lucro Nóos y su entramado societario para eludir sus obligaciones fiscales.

¿Cómo saber quién coaccionó antes a Miguel Tejeiro? ¿Las acusaciones para que cargue contra sus jefes a cambio de librarle de su condición de reo con una petición de 11 años de cárcel, o si las defensas por cerrarle la boca con el maldito asunto del secreto profesional? Que ya me dirán a quién puede importarle hoy en día algo así como el secreto de confesión de los curas, cuando hasta leemos los mensajes privados de WhatsApp de los reyes en la prensa. Ante un tribunal todo es pura coacción y en este caso, más.

(Publicado en Última Hora)

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