Pero una vez más, el placer de estar en un lugar tan bello dejó paso a la indignación por encontrarlo en un estado de deterioro y de abandono impropio e inexplicable. Es tanta la degradación, la suciedad que se acumula, la sensación de que por allí no ha pasado nadie de Emaya desde hace meses, si no años, que se le queda a uno un sentimiento de frustración acompañado de ganas de no volver nunca más.
¿Cómo es posible que la ciudadanía y las autoridades municipales consintamos en tener un lugar emblemático de nuestra ciudad, el mirador de Na Burguesa, en semejante estado de abandono y repleto de desperdicios e inmundicia? Y no es únicamente el mirador, sino los aledaños de la carretera (aunque no es justo adjudicarle tal categoría y mejor sería decir camino de cabras), el que presenta tan triste estado, repleto de enseres abandonados, basuras y escombros, como si fuera un vertedero.
Desconozco si siempre ha estado así, o es por causa de la incompetencia o desidia de alguien, o quizás sea que yo me fijo más últimamente, pero en todo caso me avergüenza que no seamos capaces de cuidar debidamente los contados puntos de Palma que nos ofrecen una vista panorámica más hermosa de la ciudad.
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